viernes, 3 de junio de 2011

Reflexión 5. Planificación del proceso III

En los dos centros donde trabajo exigen que al final del curso se realice una prueba, de carácter sumativo, para evaluar el nivel adquirido por los alumnos.

En la Universidad los exámenes se reparten entre todos los compañeros y en muchas ocasiones no corriges las pruebas realizadas por los propios alumnos. A pesar de eso, durante el año llevo a cabo algunas pruebas parecidas a las que se encontrarán los estudiantes en el examen final. Así, por un lado, puedo valorar qué contenidos han logrado asimilar y cuáles no, y, por otro lado, ellos mismos toman conciencia de qué han de repasar en vistas al examen. Además, esto les ayuda a la hora de enfrentarse a la tipología de actividades que se les pide en el examen, que difieren generalmente con las que yo trabajo en clase.

Siendo sincera, he de admitir que me gusta muy poco el tipo de evaluación que se lleva a cabo, puesto que se trata de una prueba de gramática y de traducción, sin más, en la que no se evalúan realmente las competencias del alumno en el idioma estudiado. Pero esto es lo que pide la Universidad y, al final, a los alumnos lo que les interesa es pasar tal prueba. Por este motivo, aunque no me gustan nada, las realizo a lo largo del curso. De todos modos, a partir de los resultados puedo ver cuál está siendo el proceso de aprendizaje de los estudiantes y qué contenidos habría que revisionar.

En el Instituto Cervantes, en cambio, al final de cada curso se lleva a cabo una prueba, también ésta de carácter sumativo, en la que se valora cada una de las destrezas de la lengua. Se trata de una mera formalidad y, en realidad, en el centro se propicia la evaluación continua del alumno para evaluar el proceso de aprendizaje a lo largo de todo el curso. En este sentido, me ha parecido muy interesante la posibilidad de plantear a los alumnos la creación de su propio portafolio (por ejemplo a través de la creación de un blog, como en los ejemplos que hemos visto a lo largo de la unidad). Así, tanto el profesor actual como uno futuro, incluso el mismo alumno, podrá valorar todo el proceso de aprendizaje y reflexionar sobre las medidas que se puedan tomar para mejorar los aspectos que sean necesarios.

En cuanto a la evaluación de mi propia práctica docente creo que integraré los descriptores propuestos en el PEFPI para evaluar mi trabajo en el aula e intentaré ser más sistemática a la hora de llevar a cabo mi reflexión en el diario de clase (generalmente a principio de curso consigo hacerlo de manera más metódica, pero a finales de año, todo se ha quedado "en buenos propósitos".

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