A lo largo del curso he aprendido y refrescado muchísimas cosas.
Creo que una de las más interesantes ha sido la de poder comparar diferentes metodologías y cómo se aplican las mismas en los distintos manuales que normalmente se usan en el aula de ELE. De este modo, he podido ser consciente, una vez más, de la importancia que tiene elegir un buen manual pero también saber utilizarlo, siguiendo, por ejemplo, determinados parámetros. Así, por ejemplo, un libro como Aula, que responde al enfoque por tareas, será únicamente efectivo si se planifica la clase de manera que se lleven a cabo tales tareas.
Por otro lado, como he comentado en otras reflexiones, creo que ha sido muy interesante prestar atención a la planificación de cada sesión. A veces, por falta de tiempo, nos olvidamos de que este trabajo conlleva un alto porcentaje del éxito que luego obtengamos en el aula. Debemos tener siempre en cuenta a nuestros alumnos, sus intereses y necesidades, y planificar la sesión de acuerdo a los mismos.
Realizar cursos como éste, permite al profesor actualizar continuamente tanto su formación como su trabajo, impidiendo la caída en la rutina que, por desgracia, es uno de los vicios más arraigados en esta profesión (recuerdo, por ejemplo, los apuntes amarillentos y medio destruidos que profesores de la facultad empleaban en sus clases, o bromas que se repetían año tras año).
Reflexionar, por tanto, sobre nuestro trabajo, evaluándolo constantemente para mejorar y cambiar lo que sea oportuno, creo que es, sin duda, una de las riquezas que ha ofrecido este curso, que me ha incitado a refrescar lecturas, meditar sobre mi actuación como profesora de ELE y, por otro lado, gracias al uso de la wiki y del blog me ha abierto nuevos horizontes y proporcionado herramientas para explotar en mis propias clases.
La interactuación con los compañeros, aunque a veces haya sido limitada, ha sido muy enriquecedora, así como los comentarios de la profesora, Cristina, a lo largo de todo el curso.
miércoles, 15 de junio de 2011
Reflexión 6. Gestión del aula
Creo que en el vídeo se muestra un buen ejemplo de cómo coordinar una clase. Para empezar, y relacionado con lo que hemos aprendido en esta unidad, me parecen óptimas las decisiones que se han tomado en cada momento a la hora de organizar las agrupaciones. Según lo que vemos en el plan de clase, se permite al alumno que, en primer lugar, se tome su tiempo para pensar y organizar su discurso para después practicar la expresión oral mediante la interacción con los compañeros.
Después, como se ve en el vídeo, la tarea que han de llevar a cabo los alumnos se presenta (pre-tarea) con el fin de facilitar su realización. Al tratarse de una actividad que se basa en un juego bastante famoso, el tiempo para dedicar a este punto se optimiza, puesto que la mayoría de los alumnos saben qué han de hacer. Por otro lado, se promueve la interacción y el trabajo en grupo.
Me han parecido muy interesantes y acertadas, además, las preguntas que la profesora realiza tras la tarea. Así, ha facilitado la reflexión de los alumnos sobre su propio aprendizaje y uso de la lengua, además ha llamado la atención de los mismos sobre algo importante cuando aprendemos un nuevo idioma, como son los "falsos amigos" existentes entre nuestra lengua materna y la L2.
Todas las actividades que se proponen en el plan de clase me han parecido idóneas para una última o penúltima sesión, puesto que van dirigidas a promover la reflexión sobre el propio aprendizaje del alumno, con el fin de que pueda, posteriormente, continuar haciéndolo a lo largo del mismo, algo que, como hemos visto, fomentan tanto el MCER y el PCIC.
Además, está claro que la profesora pretende también valorar su propio trabajo a través de las opiniones de los alumnos en su diario del curso, lo que muestra cómo se puede evaluar para mejorar lo que sea oportuno.
Creo entonces que, en esta breve descripción y visionado de la clase, hemos podido comprobar cómo, si se realiza una buena programación y planificación, se puede mejorar significativamente el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos que es lo que más nos interesa a nosotros como profesores.
Después, como se ve en el vídeo, la tarea que han de llevar a cabo los alumnos se presenta (pre-tarea) con el fin de facilitar su realización. Al tratarse de una actividad que se basa en un juego bastante famoso, el tiempo para dedicar a este punto se optimiza, puesto que la mayoría de los alumnos saben qué han de hacer. Por otro lado, se promueve la interacción y el trabajo en grupo.
Me han parecido muy interesantes y acertadas, además, las preguntas que la profesora realiza tras la tarea. Así, ha facilitado la reflexión de los alumnos sobre su propio aprendizaje y uso de la lengua, además ha llamado la atención de los mismos sobre algo importante cuando aprendemos un nuevo idioma, como son los "falsos amigos" existentes entre nuestra lengua materna y la L2.
Todas las actividades que se proponen en el plan de clase me han parecido idóneas para una última o penúltima sesión, puesto que van dirigidas a promover la reflexión sobre el propio aprendizaje del alumno, con el fin de que pueda, posteriormente, continuar haciéndolo a lo largo del mismo, algo que, como hemos visto, fomentan tanto el MCER y el PCIC.
Además, está claro que la profesora pretende también valorar su propio trabajo a través de las opiniones de los alumnos en su diario del curso, lo que muestra cómo se puede evaluar para mejorar lo que sea oportuno.
Creo entonces que, en esta breve descripción y visionado de la clase, hemos podido comprobar cómo, si se realiza una buena programación y planificación, se puede mejorar significativamente el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos que es lo que más nos interesa a nosotros como profesores.
domingo, 12 de junio de 2011
Reflexión 4. Planificación del proceso II
Creo que lo más importante que he aprendido en esta unidad ha sido, por un lado, establecer la diferencia existente entre los distintos tipos de tareas y poder reflexionar sobre el uso más adecuado de las mismas a la hora de planificar las clases, de manera que el aprendizaje sea significativo y eficaz, a la vez que variado.
Por otro lado, pienso que otro punto muy interesante ha sido la reflexión sobre la dificultad que puede conllevar la tarea, pues muchas veces no somos conscientes de esto. Así, es importante que el profesor se "meta en la piel" de los alumnos e intente realizar él mismo la tarea que después llevará al aula, con el fin de valorar la dificultad que la misma conlleva.
Igualmente, es muy importante reflexionar hasta qué punto las tareas que nos presenta un manual o que nosotros mismos elegimos pueden funcionar con el grupo con el que trabajaremos y, en caso contrario, modificarlas y adaptarlas al mismo.
Debemos ser realistas. Por desgracia, no siempre es posible crear tareas y actividades específicas para cada uno de los grupos con los que trabajamos. Esto implica, como hemos comprobado en la creación de la unidad didáctica, muchísimo esfuerzo y trabajo extra. Y aunque buenas sean nuestras intenciones, quizá el resultado, por falta muchas veces de tiempo, no sería el adecuado. Lo que sí que debemos tener en cuenta es que podemos modificar, y debemos, todo el material del que ya disponemos para responder a las necesidades e intereses de nuestros estudiantes, pues no siempre una actividad o tarea estará indicada para ellos tal y como nos aparece presentada en el manual o publicación.
Por otro lado, pienso que otro punto muy interesante ha sido la reflexión sobre la dificultad que puede conllevar la tarea, pues muchas veces no somos conscientes de esto. Así, es importante que el profesor se "meta en la piel" de los alumnos e intente realizar él mismo la tarea que después llevará al aula, con el fin de valorar la dificultad que la misma conlleva.
Igualmente, es muy importante reflexionar hasta qué punto las tareas que nos presenta un manual o que nosotros mismos elegimos pueden funcionar con el grupo con el que trabajaremos y, en caso contrario, modificarlas y adaptarlas al mismo.
Debemos ser realistas. Por desgracia, no siempre es posible crear tareas y actividades específicas para cada uno de los grupos con los que trabajamos. Esto implica, como hemos comprobado en la creación de la unidad didáctica, muchísimo esfuerzo y trabajo extra. Y aunque buenas sean nuestras intenciones, quizá el resultado, por falta muchas veces de tiempo, no sería el adecuado. Lo que sí que debemos tener en cuenta es que podemos modificar, y debemos, todo el material del que ya disponemos para responder a las necesidades e intereses de nuestros estudiantes, pues no siempre una actividad o tarea estará indicada para ellos tal y como nos aparece presentada en el manual o publicación.
viernes, 3 de junio de 2011
Reflexión 5. Planificación del proceso III
En los dos centros donde trabajo exigen que al final del curso se realice una prueba, de carácter sumativo, para evaluar el nivel adquirido por los alumnos.
En la Universidad los exámenes se reparten entre todos los compañeros y en muchas ocasiones no corriges las pruebas realizadas por los propios alumnos. A pesar de eso, durante el año llevo a cabo algunas pruebas parecidas a las que se encontrarán los estudiantes en el examen final. Así, por un lado, puedo valorar qué contenidos han logrado asimilar y cuáles no, y, por otro lado, ellos mismos toman conciencia de qué han de repasar en vistas al examen. Además, esto les ayuda a la hora de enfrentarse a la tipología de actividades que se les pide en el examen, que difieren generalmente con las que yo trabajo en clase.
Siendo sincera, he de admitir que me gusta muy poco el tipo de evaluación que se lleva a cabo, puesto que se trata de una prueba de gramática y de traducción, sin más, en la que no se evalúan realmente las competencias del alumno en el idioma estudiado. Pero esto es lo que pide la Universidad y, al final, a los alumnos lo que les interesa es pasar tal prueba. Por este motivo, aunque no me gustan nada, las realizo a lo largo del curso. De todos modos, a partir de los resultados puedo ver cuál está siendo el proceso de aprendizaje de los estudiantes y qué contenidos habría que revisionar.
En el Instituto Cervantes, en cambio, al final de cada curso se lleva a cabo una prueba, también ésta de carácter sumativo, en la que se valora cada una de las destrezas de la lengua. Se trata de una mera formalidad y, en realidad, en el centro se propicia la evaluación continua del alumno para evaluar el proceso de aprendizaje a lo largo de todo el curso. En este sentido, me ha parecido muy interesante la posibilidad de plantear a los alumnos la creación de su propio portafolio (por ejemplo a través de la creación de un blog, como en los ejemplos que hemos visto a lo largo de la unidad). Así, tanto el profesor actual como uno futuro, incluso el mismo alumno, podrá valorar todo el proceso de aprendizaje y reflexionar sobre las medidas que se puedan tomar para mejorar los aspectos que sean necesarios.
En cuanto a la evaluación de mi propia práctica docente creo que integraré los descriptores propuestos en el PEFPI para evaluar mi trabajo en el aula e intentaré ser más sistemática a la hora de llevar a cabo mi reflexión en el diario de clase (generalmente a principio de curso consigo hacerlo de manera más metódica, pero a finales de año, todo se ha quedado "en buenos propósitos".
En la Universidad los exámenes se reparten entre todos los compañeros y en muchas ocasiones no corriges las pruebas realizadas por los propios alumnos. A pesar de eso, durante el año llevo a cabo algunas pruebas parecidas a las que se encontrarán los estudiantes en el examen final. Así, por un lado, puedo valorar qué contenidos han logrado asimilar y cuáles no, y, por otro lado, ellos mismos toman conciencia de qué han de repasar en vistas al examen. Además, esto les ayuda a la hora de enfrentarse a la tipología de actividades que se les pide en el examen, que difieren generalmente con las que yo trabajo en clase.
Siendo sincera, he de admitir que me gusta muy poco el tipo de evaluación que se lleva a cabo, puesto que se trata de una prueba de gramática y de traducción, sin más, en la que no se evalúan realmente las competencias del alumno en el idioma estudiado. Pero esto es lo que pide la Universidad y, al final, a los alumnos lo que les interesa es pasar tal prueba. Por este motivo, aunque no me gustan nada, las realizo a lo largo del curso. De todos modos, a partir de los resultados puedo ver cuál está siendo el proceso de aprendizaje de los estudiantes y qué contenidos habría que revisionar.
En el Instituto Cervantes, en cambio, al final de cada curso se lleva a cabo una prueba, también ésta de carácter sumativo, en la que se valora cada una de las destrezas de la lengua. Se trata de una mera formalidad y, en realidad, en el centro se propicia la evaluación continua del alumno para evaluar el proceso de aprendizaje a lo largo de todo el curso. En este sentido, me ha parecido muy interesante la posibilidad de plantear a los alumnos la creación de su propio portafolio (por ejemplo a través de la creación de un blog, como en los ejemplos que hemos visto a lo largo de la unidad). Así, tanto el profesor actual como uno futuro, incluso el mismo alumno, podrá valorar todo el proceso de aprendizaje y reflexionar sobre las medidas que se puedan tomar para mejorar los aspectos que sean necesarios.
En cuanto a la evaluación de mi propia práctica docente creo que integraré los descriptores propuestos en el PEFPI para evaluar mi trabajo en el aula e intentaré ser más sistemática a la hora de llevar a cabo mi reflexión en el diario de clase (generalmente a principio de curso consigo hacerlo de manera más metódica, pero a finales de año, todo se ha quedado "en buenos propósitos".
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